viernes, 8 de julio de 2011

Fumar no es un placer...

Antes de narrar la situación que estoy enfrentando quiero agradecer a los seres especiales que se encargan de ayudarme en esta mi última batalla de la forma más humanista posible. Ellos son los doctores Pedro Aponte Muñíz, quien fue el primero en diagnosticar mi enfermedad en su etapq inicial, el neumólogo Dr. Ricardo Fernández, a los neumólogos del Hospital de Veteranos dirigidos por el Dr. Jesús Casal y a todo el personal médico y de enfermería de la Clínica Pulmonar. A ellos mis bendiciones y profundo agradecimiento.

 

Este blog está dirigido a los fumadores que, como yo, se encuentran al final del camino debido a alguna enfermedad para la cual desafortunadamente no hay cura. También invito a los fumadores activos para que lo piensen bien antes de llevarse el próximo cigarrillo a la boca.


Todo comenzó cuando la gente que me apreciaba me aconsejaba que no fumara y hasta me invitaron a charlas a las cuales asistí pero el mensaje no llegó. Era la actitud de una persona muy joven que equivocadamente consideraba que las enfermedades por el hábito de fumar no me tocarían porque, supuestamente, "no me llevaba el humo a los pulmones". Hoy vivo la triste realidad de que estaba equivocado. Estoy en la etapa final con un diagnóstico de Enfermedad Obstructiva Crónica de Pulmón (COPD/Enfizema) y Fibrosis Pulmonar.

¿Qué se siente en esta etapa? Sentir que respiras dentro de una bolsa plástica; gran debilidad muscular ya que el oxígeno que llega a tu sistema no es suficiente para alimentar cada célula de tu cuerpo; tus fuerzas te abandonan; sientes que tienes una gran roca que aprisiona tu pecho; tu voz se acorta porque no hay suficiente aire en tus pulmones; experimentas cómo el aire que entra a tus pulmones choca con el que va saliendo y pierdes el ritmo normal del proceso respiratorio ; mientras duermes despiertas ahogado buscando aire; tos constante o en episodios prolongados. Obviamente esto te lleva a un estado depresivo que complica la enfermedad ya que a veces pierdes el espíritu de lucha que es necesario para enfrentar lo que sigue con gallardía, la misma gallardía a la que acudimos cuando se nos asignó una misión en nuestro servicio militar.



¿Mi día a día? Actividad limitada al mínimo, terapia respiratoria, medicamentos, atado a un tanque de oxígeno y haciendo un ejercicio de instrospección donde no me pregunto ¿por qué a mí? sino, ¿por qué no, si no escatimé en envenenar mis pulmones con el cigarrillo aún ante advertencias de lo dañino que podía ser?

¿Sabes qué? A pesar de todo, estoy agradecido porque el cuidado que recibo me ha alargado mi tiempo. Esto me permite ahondar sobre cual ha sido mi misión en la vida. Me he acercado más al Poder Divino, aunque no soy un asiduo a la iglesia. Contemplo a los que me rodean de una forma diferente, aún aquellos que por mis errores guardan cierto resentimiento. Los colores me parecen diferentes. Percibo el olor de la lluvia al caer sobre la tierra. Me maravillo al observar todo lo que la naturaleza guarda y el milagro de la creación. Por otro lado, me apena ver a la velocidad que la gente vive y la importancia que le dan a las cosas que en realidad no la tienen. Quisiera llenarlos de paciencia, de la esperanza que aún yo guardo en lo más profundo y llevarlos a sentir un gran respeto por la vida.



Ante mi situación no siento miedo. Me siento preparado porque la muerte es el proceso natural de la vida. Es la esperanza de volver a ver a los que se me adelantaron en ese viaje misterioso. Se que me encontraeré con los seres que tanto amé en vida, mis abuelos. Volveré a ver a mis padres. Veré esa luz divina que me espera y me sentiré en la confianza de que Dios me recibirá y perdonará mis pecados. Espero que tú también guardes la esperanza de vida nueva. ¡Que Dios te bendiga ahora y siempre!