miércoles, 18 de abril de 2012

¡Un mensaje divino!

Por ciertas consideraciones de índole personal me había cohibido de relatar una experiencia única vivida en febrero pasado la que ha marcado mi vida para siempre. Finalmente he decidido compartirla con ustedes por la importancia que tiene espiritualmente. El martes 7 de febrero acudí a una cita en el área de rehabilitación física. El dia anterior me había sentido un poco febril y había tenido escalofríos. Cuando la Dra. Morales me saludó notó que tenía fiebre muy alta y decidió llevarme ella misma a la sala de emergencias. Me atendieron de inmediato y procedieron a tomar los vitales: presión arterial , temperatura, etc. La fiebre andaba por los 104 grados y aunque la presión y saturación de oxígeno estaban dentro de los parámetros aceptables, mi corazón latía al ritmo de los 138 latidos por minuto. De inmediato me administraron medicamentos y me colocaron a los monitores que transmiten constantemente el estado cardiaco. Me admitieron a la sala de medicina en el sexto piso y continuaron estabilizando mi estado que en ese momento estaba muy deteriorado. Me colocaron un aparato que analiza el funcionamiento del corazón. Esta información es a su vez transmitida al primer piso en una sección llamada Telemetría. La misma observa el funcionamiento del corazón de pacientes cardiacos (yo desconocía padecer del corazón hasta ese momento). El personal es altamente especializado además de contar con cardiólogos experimentados en emergencias. Transcurrieron los días con altas dosis de antibióticos ya que me diagnosticaron bronquitis y pulmonía que luego se convirtió en una neumonía. Mientras, el personal de Telemetría enviaba a verificar mi estado ya que se estaban reflejando incidentes de taquicardias continuamente.

El momento culminante de mi hospitalización ocurrió el jueves siguiente. En horas de la mañana se activó la clave azul que significa que un paciente está entrando a un estado crítico que requiere acciones de emergencia. ¿El motivo? El monitoreo en telemetría indicaba que estaba entrado en un arresto cardiaco. Logré ver la habitación llenándose de personal médico y equipos. Es lo último que vi en esos momentos. Lo que voy a relatarles créanme que fue aleccionador y divino.

Yo había escuchado relatos de personas que en el momento de su muerte describen un túnel por el que transitan hacia una luz. Me parecían relatos difíciles de comprender hasta ese momento que entré en gravedad y se los relato como lo viví. Sentí que alguien me llevaba por la mano hacia arriba por un lugar muy oscuro. Miré y era mi doctora. Me dijo que no me asustara que quería enseñarme algo. Mientras continuaba por ese espacio tan oscuro me fijé en un área que era como un embudo de luz al que se dirigían una gran cantidad de personas. Su imagen no era clara aunque podía distinguir que eran hombres, mujeres y niños. Seguían hacia arriba y podía sentir que reían y estaban felices. Le pregunté a la "doctora" y me indicó que eran personas de todo el mundo que habían fallecido e iban hacia el lugar prometido a los que sus pecados habían sido perdonados. Seguí en ese viaje tan extraordinario y entonces pedí en voz alta unirme al grupo que iba a través de la luz. Una voz me dijo: tranquilo, no es tu momento. Regresa y cumple con tu misión. En ese momento volví en sí escuchando al médico a cargo del equipo decir: se nos va¡ Los miré y entonces procedieron a realizarme electrocardiogramas y otros procedimientos. Me preguntaron si me sentía bien y les dije que sí. Me pidieron que me mantuviera lo más tranquilo posible y que no hablara demasiado o me agitara. Comencé a responder a los tratamientos y el pasado jueves fui dado de alta. Aún vivo momentos de confusión pero me he empeñado en conocer cuál es mi misión antes de hacer mi viaje final aunque por gente que se me acerca desde que "regresé" de aquella maravillosa experiencia en busca de ayuda entendí que esa era la misión: ayudar a todo el que me lo pida. El mensaje de mi partida final me será dado en su momento.

Ya no quiero operación ni ningún procedimiento invasivo. Llené mis instrucciones adelantadas en las que renuncio a resucitación artificial, entubación o ser colocado en máquinas para mantenerme con vida artificial excepto para mantener en condición aquellos órganos que puedan ser donados.

Esta es mi historia. Para algunos médicos es un estado sicótico de enfermos a punto de fallecer. Para mi es ¡UN MENSAJE DIVINO!

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